Es difícil encontrar una definición sistematizada y unívoca de lo que es un parto traumático. Este tiene que más que ver con la vivencia personal de quién está dando a luz y con su modo particular de percibir todo lo que está sucediendo a su alrededor, que con el hecho de que haya un peligro o amenaza real para la vida de la madre o del bebé. Es decir, no existe una relación de causalidad directa entre complicación objetiva del parto y desarrollo de trastorno de estrés postraumático (en adelante, TEPT).
Un ejemplo de esta subjetividad es la aparición de síntomas en mujeres en un parto aparentemente normal y sin intervenciones (Thompson, 2008).
Como dice Beck, “el trauma del parto reside en la mirada de quien lo percibe”. Esta afirmación nos conduce a algo esencial: llegar a desarrollar TEPT depende en gran medida de nuestras percepciones de indefensión, peligro y amenaza, haya o no complicaciones objetivas durante el parto.
¿De qué depende que tengamos o no está percepción de peligro y amenaza?
Nuestras percepciones varían en función de factores sociales, culturales y personales. Así por ejemplo, en algunas partes del mundo y círculos sociales, una cesárea programada puede llegar a considerarse un privilegio, mientras que en otras puede ser vista como una intromisión en nuestra naturaleza o incluso un abuso del poder médico.
Las creencias y expectativas que tenemos sobre el parto parecen ejercer una notable influencia en la manera la que lo vivenciamos. Lo que imaginamos y pensamos muchas veces choca frontalmente con la realidad a la que luego nos enfrentamos, y es esta discordancia la que puede generar un fuerte impacto emocional en nosotros.
Así mismo, el nivel de medicalización e instrumentalización durante el parto funciona en muchas ocasiones como una alarma que nos mantiene en alerta y con altos niveles de vigilancia.
A menudo, el trauma de las mujeres es el resultado de las acciones (u omisiones) de las matronas, médicos y enfermeras (Elmir, Schmied, Wilkes y Jackson, 2010).
Por último, los cuidados inadecuados durante el parto suponen un factor esencial en el desarrollo de la sintomatología, como veremos más adelante.
¿Qué síntomas tiene una mujer con Trastorno de estrés postraumático tras el parto?
-Pensamientos constantes sobre el parto.
–Flashbacks (sensación de estar reviviendo el parto). Cualquier situación o acontecimiento que les recuerde el parto puede desencadenar la activación de recuerdos y generarles gran ansiedad.
– Pesadillas durante semanas o meses.
-Sensación de desconexión con el bebé y de irrealidad. Muchas mujeres describen la situación que están viviendo como irreal, como si el mundo fuera distinto y ellas otras personas, como si en parte todo aquello no le estuviera pasando realmente a ellas.
-Necesidad de comprender lo sucedido. En la mayoría de ocasiones, relatan el parto una y otra vez con numerosos detalles.
-Tendencia a comparar su parto con el de otras madres.
-Síntomas de ansiedad y depresión (con frecuencia se confunde este diagnóstico con el de Depresión posparto).
-Irritabilidad y agitación (Ayers, 2004; Olde, van der Hart, Kleber, & van Son, 2006), que afectan seriamente a las mujeres y a sus familiares.
-Dificultad para relacionarse con los sanitarios.
-Rechazo a las relaciones sexuales.
-Temor a la maternidad y a un posible nuevo embarazo.
https://ruja.ujaen.es/handle/10953/1071
¿Hay factores de riesgo y desencadenantes?
-Ser primípara.
-Que haya habido cesárea, sobre todo si es de urgencia.
-Alto intervencionismo obstétrico (Inducción, uso de ventosas, fórceps, etc).
-Parto prematuro.
-Bebé gravemente enfermo tras el parto.
-Que los consentimientos informados no hayan sido respetados.
-Separación temprana del recién nacido.
-Falta de apoyo social y emocional (sobre todo por parte de la pareja).
-Escasez de información y explicaciones durante el proceso.-Sensación de pérdida de control durante el parto.
-Sensaciones prolongadas de dolor (sensación de eternidad).-Problemas de ansiedad y /o depresión previos al parto.
-Responsabilizarse y culparse por los eventos ocurridos durante el parto (Locus de control interno).
-Baja autoeficacia, esto es, creencia de que nuestras capacidades para enfrentarnos a la situación no son suficientes o no sirven de nada.
-Percepción de cuidados inadecuados e incluso maltrato. Conviene que nos detengamos en este punto porque ha resultado ser el factor más importante a la hora de desarrollar estrés postraumático. Son tan importantes los cuidados que incluso que en un parto con complicaciones graves y objetivas, si durante el posparto, los profesionales atienden de forma empática, cariñosa y respetuosa a la mujer, se reduce de forma drástica las probabilidades de desarrollar estrés postraumático por el parto.
Por el contrario, podemos encontrarnos con mujeres que sufren los efectos traumáticos del parto sin necesidad de que haya habido complicaciones objetivas en el mismo, pero que relatan haberse sentido indefensas, infantilizadas, humilladas, tratadas de forma irrespetuosa y poco empática.
Algunas de estas mujeres utilizan términos como “bárbaro”, “humillante”, “degradante “e “invasivo” para referirse a su parto (Thompson, 2008).
¿Qué consecuencias puede tener?
-Las mujeres que lidian con los efectos de un parto traumático, pueden sentir dificultad a la hora de relacionarse con el recién nacido, acercarse a él y sostener el contacto físico por tiempo prolongado. A largo plazo, esto puede contribuir a desarrollar modelos de apego disfuncionales, como por ejemplo, de sobreprotección.
-Dificultades para integrar y asumir el nuevo rol de madres. Algunas describen sensaciones en las que sienten como si su bebé no les perteneciera, como si no fuera de ellas.
-Frecuentes sensaciones de vacío (Ayers, 2007).
-Abandono temprano (primeras semanas o primer mes) de la lactancia materna para proteger su salud emocional.
-Percepción de falta de apoyo y sostén de la familia, amigos y pareja. Problemas de comunicación y sexuales con esta última.
-Conductas de aislamiento.
-Temor intenso a futuros embarazos y partos, también llamada tocofobia.
¿Cuándo tengo que pedir ayuda?
Si durante semanas o incluso meses sientes que no puedes evitar revivir y recrear la situación y las emociones negativas que acompañaron al parto.
En caso de encontrarte enormemente irritable con quienes te rodean y con los profesionales de la medicina.
Si sientes un interés enorme, e incluso “desproporcionado” por todo lo que rodea la atención al parto (pensamientos circulares).
Cuando estás aislada socialmente de amigos y familiares y no te apetece hacer nada ni ver a nadie.
¿Cómo puede ayudarte la psicoterapia?
La psicoterapia nos ofrece un espacio seguro en el que comenzar a entender y encajar las piezas de ese puzle que nos cuesta armar.
Toda recuperación pasa por construir una historia, un relato que explique lo que ha ocurrido y le dé sentido a cómo nos sentimos. Es decir, tenemos que integrar el trauma (Callister, 2004) en nuestro mundo, contándonos y contando una historia que nos calme, nos consuele y nos ayude a continuar el camino.
No es casual que muchas mujeres necesiten hablar y contar su parto una y otra vez. Se trata de un mecanismo de supervivencia, que nos empuja a elaborar mentalmente todo lo traumático que nos sucede, para poder darle un sentido y no quedarnos atrapados en el malestar.
La psicoterapia existe para ayudarte a elaborar esta narración y conseguir transformar esa experiencia traumática en aprendizaje y resiliencia.Desde nuestro servicio de psicología podemos ayudarte.