Psicología-Sexología

   

   Este año 2024 establecimos un acuerdo de colaboración con un “centro amigo” Ayma, con el que compartimos nuestra filosofía de trabajo, el respeto, cuidado y mimo de nuestras y nuestros pacientes. Es por esta razón, que en adelante trabajaremos de forma multidisciplinar, ofreciendo desde Ayma el servicio de atención psicológica. Un centro de nuestra total confianza, el cuál estamos seguras que atenderá a nuestras pacientes de la mejor manera posible. 

   Ayma Psicología es un centro compuesto por profesionales de la psicología y la sexología que dirigen su atención al tratamiento de los trastornos mentales y del comportamiento, abordando las problemáticas clínicas y subclínicas.

   La corriente técnica y teoría en la que enmarcan sus intervenciones es la terapia de conducta, sin dejar de lado la investigación sobre tratamientos eficaces dentro de la psicología clínica.

   A pesar de ello, y aceptando la complejidad y diversidad humanas, sus intervenciones tienen como marco filosófico y práctico, una postura humanista ante nuestras pacientes y compañeras, aceptando que cada persona con la que trabajamos es única, con sus características irrepetibles y a las que nos acercamos bajo las premisas de aceptación incondicional de esa persona, la autenticidad al trabajar desde lo que somos y la empatía, junto con el no juicio como base de cualquier tipo de intervención.

   Para nosotras es un placer trabajar de la mano de las profesionales de Mubes, ya que compartimos los valores terapéuticos que nos permiten abordar a la persona desde diferentes perspectivas.

   A Sara y su equipo, estamos entusiasmadas de poder tener en marcha este maravilloso proyecto.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Estoy triste o es Depresión posparto?

Tras el parto y el nacimiento del bebé, nuestros niveles hormonales descienden de forma brusca, por lo que es inevitable que se generen cambios a nivel emocional. El cansancio y la falta de sueño derivados de cuidar al bebé durante todo el día, la disminución del descanso, las visitas constantes y el estado de alerta permanente contribuyen a generar una percepción negativa y, a veces, incluso catastrofista de la situación.

Este cuadro leve de tristeza es bastante frecuente, suele aparecer en la primera semana después de dar a luz y tiende a desparecer aproximadamente en torno a los veinte días.

Es habitual que las madres estén más vulnerables, irritables y que sientan deseos de llorar a menudo. Pueden tener visión de túnel, es decir, llegar a experimentar la sensación de que lo que les ocurre solo les sucede a ellas y de que además ese malestar no va a terminar.

Sin embargo, este cuadro de tristeza tiende a desaparecer con el paso de las semanas y la adaptación a esta nueva experiencia. Tener una buena red de apoyo, ya sean familiares o amigos, que acompañen a las madres en estos primeros momentos, compartir y expresar cómo nos sentimos, descansar e intentar dormir cada vez que el bebé duerma, son algunas herramientas que se pueden utilizar para minimizar esta sensación de malestar.

Es importante que las madres se miren, se escuchen y se permitan darse cuenta de lo que están sintiendo y de cómo lo están sintiendo. Si pasan las semanas y estas emociones no cambian ni mejoran, si la frustración o la culpa se instalan con fuerza y si las madres sienten que están atrapadas en una situación que les genera mucho malestar, entonces podemos hablar de depresión posparto.

 

¿Qué es la Depresión posparto?

Conforma un Trastorno Depresivo Mayor que se produce en el puerperio o posparto de la mujer. Será posible detectarlo cuando el cuadro de tristeza del que hablamos se prolongue más allá de esos primeros veinte días desde el nacimiento y suponga un gran malestar para la madre. El pico de los síntomas suele aparecer alrededor de la semana doce. No obstante, puede ocurrir hasta un año después del nacimiento del bebé. El llanto recurrente, los cambios emocionales, el insomnio, la irritabilidad, la astenia, la apatía y las alteraciones del sueño y del apetito son sus principales síntomas. La culpa y la frustración por no ser capaces de responder a ciertas expectativas, suelen ser protagonistas.

A veces es difícil integrar aquello que nos sucede y adaptarnos a cambios vitales tan importantes como la llegada de un bebé y la nueva identidad como madre que eso supone.

Cualquier emoción que acompañe a las madres es válida y debe ser respetada, escuchada y acompañada. Deben poder hablar y narrar su historia con total libertad. Buscar ayuda es hacerse cargo de toda esta lluvia de emociones, permitiendo que otros nos acompañen y sostengan.

 

¿Sientes dolor en tus relaciones?

En sexología, nos ocupamos de la dispareunia no física, es decir, del dolor que tiene que ver con factores emocionales, socioculturales y psicológicos. La educación sexual deficiente, los problemas de autoestima, el rechazo al propio cuerpo, el bajo deseo sexual, la dificultad para alcanzar el orgasmo, las experiencias negativas que se van acumulando o el miedo a la penetración suelen estar detrás de esta vivencia displacentera.

La normalización del dolor y las molestias durante las relaciones sexuales en la cultura del aguante hace que tardemos en expresar y compartir lo que nos sucede y, por tanto, en pedir ayuda y acompañamiento. Es muy importante que seamos conscientes de que el dolor nunca es normal y de que debemos darle voz para dejar de silenciar nuestras experiencias más negativas.

 

 ¿Qué es la anorgasmia?

La anorgasmia queda definida como la ausencia de orgasmo. Detrás de cualquier dificultad sexual encontramos una educación sexual deficiente, una idea sobre las prácticas sexuales más que alejadas de la realidad, y en muchos casos, notables problemas de autoestima, que pueden oscilar desde el rechazo al propio cuerpo hasta una construcción de una identidad basada en el deseo de satisfacer a otros por encima de placer propio. Si no hemos de normalizar las sensaciones de dolor, tampoco debemos hacer lo propio con la percepción de ausencia de placer. Recordemos que sentirlo es nuestro derecho. El sexo no debe hacer daño ni dejarnos indiferentes. Tenemos derecho a vivirnos y experimentarnos de manera satisfactoria.

 

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